Mi primera aventura haciendo senderismo en las islas Cíes

Nunca olvidaré la sensación que tuve la primera vez que puse pie en las Islas Cíes. Durante años había escuchado que eran un paraíso natural, un rincón casi mágico de Galicia, pero hasta que no estuve allí, no supe realmente lo que significaba. Fue precisamente en aquel viaje cuando decidí empezar a hacer senderismo seriamente, y las Cíes fueron mi punto de partida ideal.

Siempre me atrajo la idea de caminar por la naturaleza, pero lo cierto es que nunca me había animado de verdad. Pensaba que necesitaba estar muy en forma o tener un equipamiento especial. Sin embargo, al investigar un poco, descubrí que las rutas de las Cíes se adaptan perfectamente a distintos niveles. Así que reservé mi plaza en el barco, pedí la autorización para la visita y preparé una mochila sencilla: agua, algo de fruta, protector solar y muchas ganas.

Cuando el barco llegó a la isla y bajé al muelle, sentí que todo estaba en calma. El aire olía a sal, los pinos me daban sombra y el sonido de las olas era constante, como una compañía suave. Elegí empezar por la ruta de senderismo Islas Cíes que sube al Faro de Cíes, una de las más conocidas. El sendero estaba bien señalizado y, aunque tenía algunas pendientes, no me resultó difícil. Caminaba a mi ritmo, sin prisa, disfrutando del paisaje.

A medida que ascendía, las vistas se volvían cada vez más impresionantes. Miraba hacia atrás y veía la playa de Rodas, esa curva perfecta de arena blanca que parece sacada de un cartel de vacaciones tropicales. El agua, con sus tonos entre verde y azul, brillaba con la luz del sol. Por un momento, me detuve simplemente para respirar y contemplar.

Cuando llegué al faro, sentí una mezcla de cansancio y satisfacción que no había experimentado en mucho tiempo. No era solo el paisaje, ni el logro de haber llegado. Era la sensación de haberme regalado tiempo para mí, de haberme escuchado y de haber avanzado paso a paso, literalmente.

Desde ese día, el senderismo dejó de ser una idea lejana y se convirtió en una parte de mi vida. Y siempre digo que empecé de la mejor manera: en las Cíes, caminando entre el mar y el viento, descubriendo no solo una isla, sino también una versión de mí que necesitaba despertar.