El diseño web figura entre las profesiones digitales más demandadas, ya sea front-end, back-end o full stack. Desde el nacimiento de la World Wide Web, el aumento de puestos de trabajo relacionados ha sido una constante año tras año. Solo en España las ofertas anuales superan las cincuenta mil vacantes. Los beneficios intrínsecos de este oficio explican también su éxito. En primer lugar, la disponibilidad de bootcamps, comunidades y cursos online desarrollo web allana el camino a los profesionales del mañana.
Las facilidades de aprendizaje incrementan el atractivo del diseño web, una disciplina al alcance de todos, sin importar su experiencia previa, disponibilidad horaria o recursos económicos. Cada persona encontrará una modalidad de aprendizaje que se adapta a su situación personal.
Ciertos estudios sugieren que el noventa por ciento de los consumidores realiza sus compras por internet. La presencia digital es una necesidad para negocios de cualquier sector, y por ello la figura del desarrollador web es hoy una pieza clave en el organigrama empresarial. Sin este profesional, deberá renunciarse a los canales de venta que son más rentables y atractivos: las tiendas online, las apps de comercio electrónico, etcétera.
La experiencia del usuario en línea es una prioridad para las empresas que dependen de su página web para atraer y satisfacer a su clientela. Factores como los tiempos de carga, el diseño responsivo o el código depurado son críticos para lograr una UX aceptable. La función del desarrollador web no concluye con la creación del sitio web, ya que también se ocupa de optimizar estas áreas.
Ser diseñador web presenta otro atractivo notable: su extraordinaria empleabilidad, es decir, el conjunto de talentos, habilidades y conocimientos que reúne y que le permite desenvolverse en numerosos segmentos y puestos: desde el comercio electrónico y la seguridad web, hasta la administración de bases de datos, la maquetación web o la creación de software en la nube.